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viernes, enero 28, 2005

El insoportable hecho de ser Virgo

Hay algo que muchas personas no me perdonan aún: ser Virgo. Es fácil darse cuenta que estas personas son fanáticas de los horóscopos, y en cuanto dan cuenta de mi ominoso signo astrológico, se jaspean en verde y empiezan a vociferar en un idioma parecido al sanscrito premoderno. Según parece, Virgo es incompatible con Leo, Cáncer, Picis, Tauro, Aries, Sagitario, Géminis, Escorpión y Capricornio, y con ello, mis posibilidades de formar relaciones personales se ven dramáticamente disminuidas. Digamos que mi destino está signado en las estrellas.

Algo de lo mucho que se le achaca a los Virgo y que, al parecer, provoca malestar general en garganta, pecho y vías respiratorias y biliares, tiene que ver con el trabajo. Según parece, los Virgos somos muy quisquillosos, muy perfeccionistas, un tanto flojerosos casi llegando a la irresponsabilidad y solitarios. Pues bien, llamadme Don Arturo, endilgadme el signo virginal y ponedme encima tal rosario de quejas.

No es por mala onda, pero me gusta trabajar solo, funciono mejor. Me presiono yo solo, me miento la madre yo solo y me quejo conmigo mismo de mi falta de rendimiento. No me gusta que me impongan tareas, así como tampoco me gusta imponer. Además, ha resultado que las veces en las que he trabajado en equipo, acabo acaparando, por berrinche personal, todo el trabajo. Salvo la honrosa excepción que se presenta cuando trabajo con dos o tres personitas por ahí, en general así pasa conmigo.

¿A que viene todo este cómico/astrológico/laboral rollo? Bueno, otra cosa que se nos achaca a lo Virgo, dentro de nuestra voluntaria soledad laboral, es que no nos gusta depender de nadie. Y cuan cierto es eso.

Resulta que necesitaba imprimir unos carteles, mismo que dejé el jueves pasado. No era muy difícil, pero me pidieron 8 días. Bien, dije, me da tiempo para hacer otras cosas. Ayer jueves volví al lugar, para el pasmo de medio mundo. "¡Cómo! ¿Hoy? ¡Chin! ¡Date una vueltecita mañana!". Yo soy buena onda, nunca me le pongo al brinco al nadie, y eso a la larga puede representar un defecto, por lo mangoneable que puedo llegar a ser. El caso es que volví ahora viernes al mencionado lugar, y de nuevo el pasmo: "¡Chin! Todavía no salen...y otra cosa, van a tener que ser en balcno y negro, ¿no importa?". No importa, mientras me tengas los tres documentos impresos no hay brete. "Los dos...". No, los tres. "No, nomás me diste dos". A ver...y en ese "a ver" me voy dando cuenta que el disquette tenía, ciertamente, dos archivos, cuando clarito recuerdo que eran tres, aguanté estoico. No hay pex, le dije, mándalos así.

Teclazos aquí, teclazos allá, una llamada de teléfono. "¡Listo! Van a salir en el taller gráfico, tienes que ir con Don Estanislavsky al taller gráfico, subes al edificio A, segundo piso, pasando el auditorio, mano derecha, quinta puerta a la derecha, y te los va a tener, ¿va?". Va.

Y ahí va Don Arturo. Edificio A, segundo piso, pasanhdo el auditorio, mano derecha, quinta puerta a la derecha, y helo ahí, Don Estanislavsky con todo y bigotes. "¿En qué le puedo ayudar compañero?". Vengo de allá abajo, a que me imprima, los carteles. "¡Pero cómo! ¿No le dijeron? Justo ahora nos cambiamos de oficina, ¿ve? Ya desconectamos todo". Si...puedo ver. "¿Le urgen mucho?". Nah, no tanto. "Entonces puede ir por ellos el próximo martes por la mañana, nos cambiamos al edificio H, planta baja, a un lado de la oficina fulana". Hasta entonces será.

Sale Don Arturo de con Don Estanislavsky echando espuma por la boca. Trinando de coraje. Rojo de furia. Estupefacto. Ultrajado. Humillado. Queriendo mentarle la madre a todo el mundo, a la sociedad y a la estructura burocrática. ¡El maldito trabajo se retrasa ya más de 10 por culpa de la irresponsabilidad de otros! Eso, señoras y señores, da coraje. ¿Y luego se preguntan que por qué me gusta trabajar solo y no depender de nadie? Son mamadas, muy grandes y muy conchudas, que sólo sirven para destantearlo a uno.

Y si...todo por ser Virgo...y por haber nacido, según el calendario chino, en el año del Buey, comportándome, por consecuencia, como ídem.

martes, enero 25, 2005

Yellowcard-Only One

Broken this fragile thing now
And I can't, I can't pick up the pieces
And I've thrown my words all around
But I can't, I can't give you a reason.

I feel so broken up (so broken up)
And I give up (I give up).
I just want to tell you so you know.

Here I go, scream my lungs out and try to get to you,
You are my only one.
I let go, there's just no one that gets me like you do,
You are my only, my only one.

Made my mistakes, let you down
And I can't, I can't hold on for too long.
Ran my whole life in the ground
And I can't, I can't get up when you're gone.

And something's breaking up (breaking up)
I feel like giving up (like giving up).
I won't walk out until you know.

Here I go, scream my lungs out and try to get to you,
You are my only one.
I let go, there's just no one who gets me like you do,
You are my only my only one.

Here I go so dishonestly,
Leave a note for you my only one.
And I know you can see right through me,
So let me go and you will find someone

Here I go, scream my lungs out and try to get to you,
You are my only one.
I let go, there's just no one, no one like you,
You are my only, my only one.
My only one.
My only one.
My only one.
You are my only, my only one.

(...)

Me llegó la canción...me llegó y me caló muy hondo. Aquí la pueden escuchar.

jueves, enero 20, 2005

Decepción académica

Estos días de intersemestral que he tenido que ir al campus, he visto como generaciones ingentes de abogados, políticos, trabajadoras sociales y maestros normalistas se gradúan. Son generaciones que llegan a rebasar los 300 graduados.

Luego, miro hacia mi panorama: en Sociología, mi grupo actual es de 18 personas, y en la UPN de 9.

Adios graduación en el Teatro Degollado...

domingo, enero 16, 2005

Jóvenes Cretinos II: La Venganza

Continuando con la tónica del post anterior, podríamos decir que una infancia descarriada propiciará una adolescencia insolente e impertinaz.

Si tu, queridísimo lector, eres padre y de repente sientes que te estoy hablando a ti, no te preocupes más, pues el buen Príncipe Carlos de Inglaterra ha ideado un método infalible de corrección juvenil: los campos de concentración nazis.

Si no me crees, en la edición del sábado de Público-Milenio aparece el siguiente encabezado:

"Carlos enviará a Harry (su hijo adolescente) a Aushwitz".
Sin duda alguna, el Príncipe Carlos es un ejemplo del padre del siglo XXI: preocupado siempre y en todo momento por el bienestar y el desempeño de sus vástagos.

viernes, enero 14, 2005

Jóvenes cretinos

Pido disculpas de antemano a la UNICEF, a la Asociación Mexicana de Pediatria, a los canales Cartoon Network y Nickelodeon, a Tatiana y a Michael Jackson, pero es que esos seres que son la razón de sus existencias, los niños, me han resultado de lo más chocantes (que no crocantes) últimamente. Esa edad humana entre los 4 años (cuando dejas de ser bebé) y los 14 (cuando empiezas a ser adolescente) se ha mostrado especialmente conflictiva conmigo. El sector enano de la población nacional se ha levantado en armas contra mi, me han acorralado en mi Choza Chueca y han prometido que si salgo al patio de mi casa que si es particular me degollarán, usarán mi cabeza para jugar primero changai y luego metegol, para después empalarla en el asta bandera de la institución penitenciara (vulgo "escuela") que suelen frecuentar por las mañanas, dicen, con el afán de aprender.

Bueno, la cosa no está tan gruesa, pero ya alcanza a incomodar.

Quizás mis traumas tengan que ver con el hecho de que hay quien dice que no tuve infancia. Mi trauma, específicamente, no es que no haya tenido infancia, por que si la tuve. Lo que me marca y me molesta es que digan que no tuve infancia y que por tanto se infiera que soy una versión con más cabello y menos arrugas del señor Scrooge versión antipediátrica.

Esta imagen tan peculiar la han venido construyendo a lo largo de los meses los niños de la cuadra, quienes suelen padecer mi presencia en vacaciones. O más bien, yo padezco la presencia de ellos en mi cuadra. Como sea, el caso es que yo soy el ogro del 173 que no les avienta la pelota por ojete, que va a sus casas a pedirles que le bajen al volumen del estéreo que está tan alto que si ocurriera el holocausto nuclear al menos no lo escucharía y que, encima de todo esto, suele salir a atacar con escoba en mano a todo aquel ente que no pueda acreditar oficialmente ser mayor de 15 años.

Resulta curiosa la manera en que la cuadra se ha venido a repoblar de niños, desde que los de mi generación crecimos, no había habido niños, de plano. Los meses de vacaciones toda la cuadra era un desierto. Hace apenas un tiempo se volvieron a poblar las calles, pero las costumbres fueron distintas. Todavía juegan pelota o muñecas o esas cosas...pero ahora a la tierna infancia que vive por estos rumbos se le han ocurrido nuevas ocupaciones vespertinas, tales como las "tardeadas": sesiones con el estéreo a todo volumen en las que se escuchan hasta el cansancio a Los Nietos, Lupillo Rivera, Usher, Sean Paul y Mago de Oz, y ya...es toda la música que tienen. Fácil ya han de ser 5 meses con la misma rotación musical. Y mientras oyen su música, se ponen a hacer una serie de actividades que en mis tiempos eran impensables, como mandar mensajitos por celular, maquillarse y arreglarse bien (no en juego), hablar con lenguajes poco apropiados y en donde el "wey" y el "baboso/a" son muletillas obligadas y un etcétera que se extiende más allá de lo que a mi me gustaría.

Me es difícil comprender en donde estuvo el cambio. No hace ni diez años cuando yo tenía las edades de mis vecinitos y quizás si hacíamos desmadre y despapaye, pero no teníamos tanta pretención ni "pose". Digo, recuerdo que nos podíamos pasar toda la tarde jugando metegol, o en nuestras infancias más tempranas, cochecitos o soldaditos o pistolitas y cosas por el estilo. El primer "chingado" lo anduvimos profiriendo hasta la secundaria (y aquí alguinos dirán con cierta sonrisilla malevola que éramos una bola de fresas). Las niñas jugaban al bebeleche y a las muñecas, no sé...eran otras costumbres y otros modos.

Supongo que me toca comprender los nuevos modos de la infancia y recordar con nostalgia, como todos, los modos de la mía, y esperar a que me siga acordando de ella para darle a mis eventuales hijos recuerdos que formen infancias felices y sanas.

Si es que tengo hijos...por que al paso que van, los enanos van a lograr que odie a todo su gremio.

jueves, enero 06, 2005

Todas las mañana

Ya se me había olvidado por que odiaba tanto las mañanas y por qué desesperadamente busqué algo para hacer en ellas (como por ejemplo, otra licenciatura). Y es que hay que comprenderme, si me perturban el sueño, se meten con el peor de mis lados (el oscuro a esas alturas termina siendo un divertido viaje en carrusel).

Tengo el ominoso privilegio de vivir a dos cuadras de una escuela primaria y de un kinder, en una calle que es obligada para llegar al acceso principal de ambos planteles y que a su vez es la única que permite el tránsito vehicular, puesto que todas las demás son andadores.

So, cada mañana, como a eso de las 7:00 am, empieza el show.

Primero, es el camión de la leche. Es una estampida veloz la que se deja sentir cuando el camión, en esa cochina calle empedrara, decide pisarle al acelerador en el trayecto que hay entre una tiendita y la otra (tres cuadras). Y como la casa de ustedes, la mía, está tan traqueteada, pues todo el asunto se cimbra.

Después de este primer round, que incluye estampidas, cimbradas, claxonazos y portazos del lechero (por más feo que eso pueda resultar), tengo una tregua de aproximadamente 35 minutos, cuando la verdadera crispación comienza.

Desde esta columna, y antes de proseguir, quiero mandar un afectuoso saludo al inventor de la mochila con rueditas, y a su mamá también.

A eso de las diez a las ocho, se puede ya escuchar a lo lejos un rumor extraño. Un constante sonido que bien podrían ser vacas, búfalos, minibuseros o macheteros de Atenco. Pero no es nada de lo anterior.

Son niños, en diferentes presentaciones y frascos, todos con sus ominosos uniformes verdes, llevando a cuestas el ominoso ruidajo de una mochila de rueditas tratando de abrise paso en una calle adoquinada en ratos y empedrada en otros.

El ruido es infernal, pues son como 300 niños y la pasadera no cesa sino hasta bien entradas las 8 de la mañana, ya ven, por aquellos que llegan tarde.

Para estas alturas, Don Arturo ya se encuentra mentando madres, pues intenta dormir en su vacacional periodo, mismo que no coincide con las vacaciones de todos los mortales y que inconvenientemente se alarga hasta bien entrado febrero. Pero el vacacional periodo puede irse al cuerno, con tal de que el futuro de nuestra nación no llegue precisamente al futuro con una hernia marca "No Estés Chingando".

Y de nuevo aprovecho para mandarle un afectuoso saludo al inventor de esa maravilla de la posmodernidad, al paladín de las espaldas nacionales, al gran hombre que con su ingenio sin igual ideó la mochila con rueditas. A él y a las inoportunas madres que le han hecho rico al comprar tan ominoso producto, GRACIAS.

martes, enero 04, 2005

Testing testing



Calando post fotográficos...es una pachanga hacerlos cuando no estás dispuesto a bajar el mentadísimo Flickr o el Hello, que creo es lo mismo. Ahora entiendo y recuerdo por que huí de Blogger...

Viendo la foto, acabo de recordar que llevo todas las vacaciones sin fumarme un endemoniado cigarro. Uhm...interesante.

domingo, enero 02, 2005

Claro claro...

Cris dice: 8000 x 12?
Don Arturo dice: 96000.
Don Arturo dice: sabía usted que tiene una calculadora en su computadora?
Cris dice: es más facil preguntarte.
Don Arturo dice: ¬¬

sábado, enero 01, 2005

El año que se fue

El dolor en el brazo ya cedió, y como ya había amenazado, heme aquí para postearles mi retrospección, como fue que el 2004 pintó en estos feudos chozachuequeros.

No puedo definir cualitativamente mi año en términos fríos como "bueno" o "malo", digamos que fue el 2004 uno de esos años que no se olvidan. Un parteaguas. Hubo de todo, como me gusta, y hubo para todo. En si, no me puedo quejar.

El año me empezó con nubarrones, no fue hasta por ahí de Abril que me empezó a agarrar color. Recuerdo que aquel primer trimestre del año estuvo cabrón: me dejó la novia de ya bastante tiempo (Vero, también conocida por las mujeres de mi hogar como "La Infausta"), y casi de manera inmediata me viene una hepatitis color esperanza (recordemos que ahora el amarillo es el color de la ejperanja). De hecho, y si se me permite decirlo, esa hepatitis me ayudó mucho a revalorarme como persona. El hecho de que me haya dado lo atribuyo a la depresión en la que caí después de terminar con Verónica, pero indudablemente haberme enfermado me ayudó a revalorar las cosas y a ubicarme en una posición en la que sólo podía preocuparme por mi y por nadie más, por que así debía de ser. Esos meses en los que estuve amarillo (tres, más o menos) fueron bastante aleccionadores.

Otra experiencia agradable del año pasado fue el Servicio Militar. Al principio me quejé y buscaba cualquier medio para dejarlo...al último, ya no lo quería dejar. Conocí a muchas personas a las que ya puedo decirles amigos, y en muchos de los casos colaboré para que tanto ellos como yo fuéramos mejores. La rutina de cada sábado no tenía sabor a eso, a rutina, sino a gusto y cotorreo. (Ya extraño los lonches de doña Marys, la que alimentaba a todo el grueso del batallón, snif)

El año que terminó me permitió viajar mucho y conocer lugares a los cuales ya les traía ganas desde hace mucho rato. Primero se me permitió volver a la tierra de mi padre, Mexticacán, tres veces a lo largo del año. De igual manera, Aguascalientes me padeció bastante, ya casi me siento de allá. Y que decir de Puerto Vallarta, cada que regresó está más bello. Luego están los nuevos lugares y sus respectivas experiencias: el DF, con toda su inmensidad, al que primero conocí con el ritmo familiar y luego con el cotorreo de los amigos, Guanajuato, que no cabe en la mirada de tan bello, los estados de Hidalgo y el de México y todos los pueblos mágicos enclavados en el llano o en la sierra jalisciense.

Los viajes, ya sean los propios o los ajenos, me acercaron a mucha gente, y me permitieron conocer y poner rostro y voz a los amigos a los cuales solo conocía en la frialdad de las letras de la pc. Así, en visita recíproca tuve el gusto de ver dos veces al TT en este año, a Anabel, quien en su segunda visita trajó a Axel consigo, a Araceli, amiga de tantos años, y a la banda de Guanatos, claro, en donde debo mencionar a Homero & Co., al Dr. K, a Paulinita y a Aleks.

Luego están los amigos de la escuela. La Esquina Ruda (Daniel, Ray, Luis, Jazo y yo), Cristina, Anibal, Nora, Cecilia y toda la banda sociológica. Con ellos celebré victorias, como aquella ponencia que nos puso a Jazo y a mi en la palestra de la ciencia sociológica, y pasamos preocupaciones, como cuando nos amedrentaron por andar defendiendo y promoviendo a la Asamblea de Sociología. Con ellos he discutido y teorizado y peleado y hecho frente común contra maestros sacados del contexto. Esos son mis amigos ahora.

Al momento de empezar este año, me encuentro bien, estable y saludable. Mi barba está creciendo más y mejor y eso me tiene orgulloso. De igual manera, he decidido dejarme el cabello crecer. Voy a cambiar el armazón de mis lentes y ya me compré unos nuevos zapatos de gamuza beige. Espero volver a viajar, por lo pronto, ya está agendada una nueva visita a Aguascalientes en ocho días y otra en Mayo, en la que esperamos tanto Jazo como yo, irnos al Congreso Nacional de Sociología en calidad de ponentes. Hay otro plan más ambicioso, uno más complejo, pero ese no se los cuento por que se me sala.

Este año también pinta difícil, pues ya van a remodelar mi casa, e implica una serie de situaciones bastante complejas que vayan ustedes a saber como le haremos para salir adelante de ellas. Voy a llegar a la mitad de la carrera de Sociología y empezaré a consolidarme ya por fin, espero, a la UPN, en donde estoy por iniciar el segundo semestre.

Llego a este año sin novia, y ni falta que me hace. No me he prometido dejar de fumar por que sé que no lo haré. Si me he puesto la meta de ponerme a hacer más ejercicio, así que quizás me inscriba a la alberca olímpica de nueva cuenta.

Pero esos ya son planes, planes que de una manera u otra, nacen gracias a los hechos y sucesos de un año que ya murió.

2005

Ya es 1o de Enero. Al momento de escribir ésto, son las 5:22am. Nadie en el messenger, lo cual me parece muy sensato, considerando la fecha que es. Al celular empiezan a llegar mensajes sms que salieron a las 10, 11 o 12 de la noche.

A estas mismas horas yo debería estar durmiendo, pero en vez de eso heme aquí escribiéndoles el post primero del año. ¿Por qué? La verdad es que me está doliendo mucho el brazo izquierdo, y es tan molesto el dolor que no me deja dormir. Ya descarté problemas cardiacos, así que descansen viajeros, hay Don Arturo para rato. Supongo que es un simple dolor muscular, ya veremos.

La casa todavía huele a comida y eso me abre el apetito a pesar de la tan inapropiada hora. Un pedazo de deliciosa pierna ahumada recalentada me espera en el desayuno. Estas fiestas han estado violentísimas para mi. Bueno...desde antes. Las dos últimas semanas de clase, que se pusieron brutales con todos los trabajos que había que hacer, comí como desquiciado. Supongo que es mi manera de manifestar stress, aunque si fuera tal, después del fin de semestre la cosa debió venir a menos. Y pues no. Todo Diciembre me dediqué a comer con bélico furor.

Si pudieran mirarme a detalle, verán unos tímidos pero rozagantes cachetes asomarse tras mis barbas, señal inequívoca de que Don Arturo ya esta bueno 'pal cazo.

Y bueno, una vez estrenado el año, miremos con terror el calendario. No sé ustedes, pero yo vuelvo a la acción este próximo lunes 3. ¿No es eso criminal? Todavía no me voy a reponer de la cruda de ahora (de hecho creo que sigo medio (sólo medio) ebrio al momento de escribirles ésto) cuando ya deba de estar de vuelta en la chinga de la escuela. Nada esplendorosa situación. En la UdeG, en Sociología, todavía me queda un largo mes de vacaciones. En la UPN no, y mi instinto wevón sufre. En la prepa estas vacaciones tan prolongadas se me hacían aburridísimas e inecesarias. Ahora en la licenciatura las aquilato como nunca.

Bueh, a ver como nos pinta el año. Al ratito vuelvo a postear de nuevo, tengo ganas de hacer uno de esos post retrospectivos que tanto nos gustan, viajero. Y no es para menos, el año que terminó y el que empieza lo ameritan.