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jueves, enero 06, 2005

Todas las mañana

Ya se me había olvidado por que odiaba tanto las mañanas y por qué desesperadamente busqué algo para hacer en ellas (como por ejemplo, otra licenciatura). Y es que hay que comprenderme, si me perturban el sueño, se meten con el peor de mis lados (el oscuro a esas alturas termina siendo un divertido viaje en carrusel).

Tengo el ominoso privilegio de vivir a dos cuadras de una escuela primaria y de un kinder, en una calle que es obligada para llegar al acceso principal de ambos planteles y que a su vez es la única que permite el tránsito vehicular, puesto que todas las demás son andadores.

So, cada mañana, como a eso de las 7:00 am, empieza el show.

Primero, es el camión de la leche. Es una estampida veloz la que se deja sentir cuando el camión, en esa cochina calle empedrara, decide pisarle al acelerador en el trayecto que hay entre una tiendita y la otra (tres cuadras). Y como la casa de ustedes, la mía, está tan traqueteada, pues todo el asunto se cimbra.

Después de este primer round, que incluye estampidas, cimbradas, claxonazos y portazos del lechero (por más feo que eso pueda resultar), tengo una tregua de aproximadamente 35 minutos, cuando la verdadera crispación comienza.

Desde esta columna, y antes de proseguir, quiero mandar un afectuoso saludo al inventor de la mochila con rueditas, y a su mamá también.

A eso de las diez a las ocho, se puede ya escuchar a lo lejos un rumor extraño. Un constante sonido que bien podrían ser vacas, búfalos, minibuseros o macheteros de Atenco. Pero no es nada de lo anterior.

Son niños, en diferentes presentaciones y frascos, todos con sus ominosos uniformes verdes, llevando a cuestas el ominoso ruidajo de una mochila de rueditas tratando de abrise paso en una calle adoquinada en ratos y empedrada en otros.

El ruido es infernal, pues son como 300 niños y la pasadera no cesa sino hasta bien entradas las 8 de la mañana, ya ven, por aquellos que llegan tarde.

Para estas alturas, Don Arturo ya se encuentra mentando madres, pues intenta dormir en su vacacional periodo, mismo que no coincide con las vacaciones de todos los mortales y que inconvenientemente se alarga hasta bien entrado febrero. Pero el vacacional periodo puede irse al cuerno, con tal de que el futuro de nuestra nación no llegue precisamente al futuro con una hernia marca "No Estés Chingando".

Y de nuevo aprovecho para mandarle un afectuoso saludo al inventor de esa maravilla de la posmodernidad, al paladín de las espaldas nacionales, al gran hombre que con su ingenio sin igual ideó la mochila con rueditas. A él y a las inoportunas madres que le han hecho rico al comprar tan ominoso producto, GRACIAS.

1 Comments:

At 2:47 p. m., enero 12, 2005, Blogger Tucita said...

Ay don Arturo.. Cierre todas las ventanas y póngase sus tapones en los oídos... Verá que ya no le molesta tanto el golpetear de las rueditas con el piso...

Saludo y cuidese...

 

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