¡Gallos!
Son las 00:27 del juves. No hay nadie en el messenger (bueno...nadie sustancioso) y el iTunes toca en este momento Feel Good Inc. de Gorillaz. Todo bien. Voy rolando por la blogocosa, buscando material que poner en Ramas (en donde por invitación del buen maese TT ya estoy participando), cuando un ruidito de fondo empieza a sacarme de onda.
Le bajo a la música...
...iiiiiiiiii
¿Eh?
....kiiiiiiiiii
¿Es...acaso...?
¡Kikiri kiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! (o para los que nos visitan desde el gabacho: Clock a doodle do!)
¿¡EL GALLO DEL VECINO!?
Si si, por más absurdo que parezca tengo un vecino que posee un gallo...¡perdón! Replanteo: por más absurdo que parezca, el gallo del vecino está cantando ¡a estas horas de la madrugada! No sé en realidad que lo halla llevado a entonar sus matinales sones en este preciso momento, pero si sé que ya está provocando estragos en las mentes de algunos: la primera, y más importante, la de su maese Don Arturo. ¡Y es que cómo carajos no! Antes de descubrir que era el gallo del vecino, estuve como cinco minutos pensando que estaba volviéndome loco y que el canto era un producto de mi retorcida imaginación.
Y ahí sigue...kikiri ki pa'llá y kikiri ki pa'cá. Definitivamente el lugar en el que vivo está resultando ser más surrealista y absurdo que la mismísima granja del Tío Tom.
ACTUALIZACIÓN: Según el último reporte, mi padre se ha despertado con ganas de un molito de pollo. Creo que lo vi salir armado con un bat rumbo a casa del vecino. Estén atentos al desenlace de este Gallo Nocturno-gate.
