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miércoles, septiembre 28, 2005

Manchadito

Hay días en los que de plano me agarra el simple.

*Vendedor puerta-en-puerta toca en mi casa*
¡TAN TAN TAN!

*Don Arturo, desde lo alto de su casa*
¡ESTE ES UN HOGAR CATÓLICO, NO ACEPTAMOS PROPAGANDA PROTESTANTE!

*Vendedor se va*

(...)

*Cartero toca en mi casa*
¡TAN TAN TAN TAN!

*Don Arturo, desde lo alto de su casa*
¡ESTE ES UN HOGAR CATÓLICO, NO ACEPTAMOS PROPAGANDA PROTESTANTE!

*Cartero responde*
¡Es el cartero señor!

*Don Arturo revira*
¡SAN IGNACIO DE LOYOLA LE DICE AL DEMONIO "NO PASARÁS"!

*Cartero deja el correo en las escaleras. Huye perturbadísimo*

(...)

*Madre al teléfono*
¿Si bueno?

*Don Arturo contesta*
Procuraduría General de Justicia del Estado, división de homicidios, ¿en qué le puedo ayudar?

*Madre cuelga despavorida*

(...)

*Madre, de nuevo al teléfono*
¿Si bueno?

*Don Arturo contesta*
Dominos Pizza Revolución, le recordamos que en la compra de una pizza grande de dos ingredientes le regalamos un refresco de 2 litros, ¿le puedo tomar su orden?

*Madre, iracunda*
¡A VER SI YA CONTESTAS BIEN EL PINCHE TELÉFONO!

*Don Arturo, despavorido*
Si mamá...

viernes, septiembre 23, 2005

La invasión gringa

Ya me acordé por que no posteaba por acá, habían dejado de pasarme cosas irrisorias, absurdas e irreales, propias de personaje de Walt Disney. Parece ser que la alineación planetaria terminó. Hoy, por ejemplo, tuve mi versión personal de la invasión gringa de 1847.

Dice la historia de 1847 que ciertos gringos le dijeron a ciertos mexicanos asentados en Texas "get the hell out of here!", y ante la negativa de los segundos, los primeros nos invadieron. Hoy, en pleno 2005, la historia se repite. Llamadme Don Arturo, y reconocedme por haber resistido heróicamente la embestida de un gringo belicoso.

Eran las 3 de la tarde cuando abordé una unidad del transporte de lujo de Guadalajara. Este servicio cuenta con tele, aire acondicionado y asientos cómodos (es un decir todo lo anterior), y prohibe terminantemente traer pasajeros a pie. Ese no fue problema, rápidamente conseguí un lugar que daba al pasillo central del camión, pero no solamente iba sentado, iba coagulado en el quinto sueño.

En esas andaba cuando, a la altura del centro de la ciudad, un certero rodillazo me saca de mi profundo letargo. Entonces lo vi: alto, caucásico y llegando a los 50 años de edad. Era un gringo a todas luces. Pensé que el rodillazo fue un mero accidente, pero no. La caballería gabacha hacía acto de presencia:

“Get the hell out of here!”


¿Eh? Abrí bien los ojos y traté de descifrar lo que el hombre venido del norte trataba de decirme.


“I have paid for a sit in this bus, get out of here!”


Era obvio que estaba ante un usuario que no había alcanzado lugar en el camión. Ante tan diplomática petición, no pude hacer otra cosa más que negarme. Digo, el señor se veía perfectamente macizo como para aguantar un viajecillo en bus parado. Pero no. Venía la segunda carga de caballería.


“What are you waiting for? I have paid for a sit and I want this!”


Con todo y rodillazo. ¡Háganme el repinche favor! Estaba seguro que en cualquier momento me diría que estaba en un área del camión exclusiva para blancos, que la de negros estaba al fondo. Entonces, cual Juan Escutia posmoderno, me envolví en mi bandera/chamarra y dije en sonoro español “¡ni madres! Yo no tengo la culpa de que haya pagado por un lugar que no podría obtener, mister!”. Tras otras tantas palabras y un par de rodillazos más, un lugar se desocupó en la parte de atrás y un rumiante gringo procedió a sentarse.


¿Cree usted que ahí termina la cosa? No no no. The gringo strikes back. El camión llegó por fin a la escuela, entonces me levanté de mi asiento y me dirigí hacia la puerta de atrás. Fue entonces que nuestro estadounidense personaje, sentado a un lado del pasillo, ¡intenta meterme el pie para tumbarme! ¡Cómo si estuviéramos en una caricatura! Les juro que ya me ganaba la risa. La contuve tan sólo para decir “ay mister...no manches, me insultas”, brinqué su pie, y procedí a seguir mi camino, ante las miradas atónitas y perplejas de los demás pasajeros.


Es así como una vez más nuestra gran nación mexicana, a través de este soldado llamado Don Arturo, derrota al imperialismo yanqui al no cederle ni un centímetro de nuestro terreno, ni siquiera un centímetro de nuestros asientos en nuestros camiones.

Ajem...

Ya perdí la cuenta de las veces que he intentado escribir un post desde el de "Pequeño gran blogstar". Yo digo que esto se debe a una repentina sequía de ideas que se viene prolongando desde hace unos 20 años (coooorchos, ya 20).

Hoy, fiel a mi tradición de no poner nada trascendente/excitante/emocionante, haré uso del conocidísimo cliché musical de poner la letra de una canción que me gusta. Y dice uno, y dos, y un dos tres cuatro...

Por que todavía podemos decir "una vez más"
Panda

En verdad tu eras quien ponia el cielo azul,

tu eras el interruptor

interruptor de luz en la pared,

te apagaste y regrese a la obscuridad.

En verdad no se ni donde estoy parado,

en verdad obscuro esta ya no veo nada.

Estiro mis brazos hacia el frente,

grito tu nombre en alta voz.

Se que hay cosas que aclarar,

no se tienen que aclarar,

no me importa sigue igual.

Solo asienta por favor

la cabeza si los planes han cambiado,

si los planes han cambiado.

Solo niega sin razon con la cabeza si

hoy se han quedado,

si hoy se han quedado

pero por favor no me dejes dudando.

Dices tu que no te gusta que te ruege,

luego me pediste que me arrodille a tus pies,

ya sabias que lo haria

pues no existe cosa que me detenga para hacerte sentir bien.

Me dejaste escapar, irresponsabilidad,

siempre regresaba en el final.

Sonrie por favor,

sonrie niña yo me quedare,

te juro yo me quedare

si quieres tu llorar,

si tu lloras yo me ire al amanecer,

yo me ire al amanecer.

Pero por favor

no me dejes dudando,

pero por favor

no me dejes dudando.