El maestro Chemita
Decepcionar gente se me da muy bien (ya ven...esos extraños dones que uno posee). Muy frecuentemente lo hago en el plano personal y sentimental, y aunque me cause eso conflictos, por lo general logro reivindicarme. Pero hay un tipo de decepción con el cual simplemente no puedo...uno que me hiere bien hondo: el académico. Decepcionar a un maestro, sobretodo a uno de esos que te tienen en alta estima, es algo que me pone mal. Y bueh, para no ir en contra del surrealismo que hoy en día me toco vivir, hoy pasó...decepcioné a un maestro.
Resulta que he estado faltando mucho a la UPN (escuela que infesto de lunes a viernes por las mañanas). La razón: apatía generalizada. No sé, quizás estoy atravesando por un episodio depresivo o algo así ("...o andas mamón", dirán los que saben), el caso es que le estoy perdiendo el sabor a eso de ir a la UPN. Ya no me motiva. Estoy en clases y me enfado, me peleo con los maestros, me vuelvo poco tolerante a las opiniones de los demás...en fin, todo lo que tenga que ver con la apatía escolar.
El asunto en general no me preocupaba, a final de cuentas, considero a todos mis maestros unos soberanos pendejos, y eso me brinda una tranquilidad incomparable. No he llegado a formar el más mínimo respeto ni por ellos ni por los contenidos de sus clases. A quien siempre he temido decepcionar u ofender, a quien siempre le he tenido un gran respeto, es al director de la UPN, el buen maestro Chemita.
El maestro Chemita, filósofo inteligentísimo, es compañero y viejo amigo de mi padre, pues ambos se desarrollan en el campo de la investigación educativa. Cuando Chemita supo que el vástago del profe Arturo estaría infestando las aulas de la institución que dirige, se puso muy contento. Me recibió muy bien y depositó su confianza en mi. No puedo decir que seamos amigos el maestro Chemita y yo, pero existe una relación muy cordial entre nosotros. Es por eso que lo respeto mucho. Es por eso que siempre he temido decepcionarlo.
Ahora que empecé a faltar y a saltarme clases y todo eso, lo único que me preocupaba era que el maestro Chemita se fuera a dar cuenta de esa situación, no tanto por que se lo fuera a decir a mi padre, sino por el tremendo quemadón que mi persona sufriría ante él. Empezaba a pensar que me iba a salir con la mía, que el maestro no se habría enterado, hasta hoy al mediodía.
Hoy no fui a la UPN, y por lo tanto llegué dos horas antes de clase a la Facultad. Iba caminando rumbo al jardín para tirarme a leer un rato, cuando en eso escucho una voz pausada llamarme. Era, obviamente, el maestro Chemita. Se me había olvidado que también trabaja en la Facultad, y que en el pasado ya me lo había encontrado por ahí. Di la vuelta y lo vi de frente. Sonriendo él se dirigió a mi y me dijo -"No te he visto por la Unidad, Arturo...siempre que pregunto por ti me dicen que no fuiste o que ya te has retirado, ¿luego que pasó?". Traté de matizar un poco la situación bromeando al decir que el problema era que él casi no iba en los horarios en los que yo suelo estar, pero no. -"Me preocupa no verte Arturo. Sé que está bajando tu rendimiento". Y de nueva cuenta ahí voy yo, diciéndole que eran problemas menores, que ya me iba a poner al tiro, cosas de esas. -"Ojalá Arturo, ojalá. No quedes mal". Y se fue.
Una vez que nos separamos lo suficiente, me senté en el suelo. Tenía en la cara esa sonrisilla que quería infundir confianza pero que lo único que comunicaba era...no sé...ineptitud, podríamos decir. Recordaba como estaba él ante mi, mirándome preocupado, decepcionado. Me sentía muy mal. Pensaba que era como haber decepcionado a mi padre. Prendí un cigarrillo todo tembloroso...y ahí mismo me puse a llorar.
Mucho rato.
1 Comments:
No 'stes triste... Muah!
Echale ganas, o retirate de plano... Si no te va la mediocridad, ¿para que acostumbrarla a que este a nuestro lado?
Little Masochist.
Publicar un comentario
<< Home